Patricia Peiró - twitter

2022-12-08 12:36:29 By : Mr. Alan Lee

El cerrajero abrió la puerta, cerrada desde el interior, y allí estaba Fredy Mauricio, amordazado, atado, ensangrentado, torturado, muerto. ¿Qué había sucedido en esa casa aquel 29 de noviembre de 2021 y por qué estaba cerrada con pestillo desde el interior? ¿Cómo habían escapado los autores del asesinato si era un quinto piso y no había por dónde huir sin ser visto? Y, la última pregunta de todas: ¿por qué? Había muchas dudas por resolver tras ese hallazgo lleno de interrogantes que los investigadores del Grupo V de Homicidios comenzaron a desentrañar a través de una minúscula etiqueta encontrada en el lugar del crimen. “Superbazar. 1,80 euros”, se leía en ese pequeño papel naranja.

Fredy, un agente inmobiliario español de origen latino que vivía en el distrito madrileño de Puente de Vallecas, no sabía que sus enemigos estaban muy cerca. Tanto, que tenían información de que en su vivienda, dentro del vestidor de su habitación, había una caja fuerte. Además, sabían cuándo pillarlo por sorpresa. El 28 de noviembre del año pasado, alguien llamó a su casa. Él, confiado, abrió, y eso fue lo que marcó su horrible final. Sufrió hora y media de tortura, en la que lo golpearon, lo interrogaron y le ataron las muñecas con bridas. Cuando se dieron cuenta de que no iban a obtener la información que habían ido a buscar, la combinación de la caja fuerte, le taparon la boca con cinta americana y desanclaron la caja con unos cuchillos que hallaron en la cocina de la víctima.

Al no tener noticias de su hijo, la madre de Fredy, de 51 años, transmitió su preocupación a la policía y dos agentes acudieron a su domicilio. Treinta horas después de la muerte, un cerrajero abrió la puerta y se topó con algo en el suelo. Era un cadáver. Los sanitarios del Summa llegaron poco después, aunque no había nada que pudieran hacer. A la madre le dio un ataque de ansiedad y tuvo que ser atendida por el equipo psicológico del servicio de emergencias.

Con Fredy muerto, era la casa la que iba a tener que hablar por él. Los investigadores llevaron a cabo dos concienzudas inspecciones durante horas en busca de pistas. “Encontraron objetos de interés, como restos de bridas iguales a las que había empleado para maniatarle, cinta americana, una caja de guantes de látex en la que faltaban cuatro pares...”, detallan fuentes policiales. Todos estos elementos tenían una etiqueta común: Superbazar. Ese fue el hilo del que los investigadores tiraron para reconstruir las últimas horas de aquel cadáver que encontraron semidesnudo y encerrado en su propio hogar. Revisaron los comercios de la zona sin descanso en busca del negocio al que pertenecía esa pegatina.

Los responsables de la investigación decidieron usar un arma que la Policía Nacional siempre tiene en la recámara: la colaboración ciudadana. “¿Sabes a qué comercio de Madrid pertenece esta etiqueta?”, rezaba el tuit que publicó en sus redes. “Recibimos tantos emails que en tres horas y media teníamos identificado el comercio que nos permitió identificar a los autores”, apuntan fuentes cercanas al caso. Era un local de Parla. Empezaron a recabar las respuestas. ¿Por qué? Por el contenido de la caja fuerte. ¿Cómo? A golpes. ¿Quién? La cruda realidad es que fue su primo y su mujer los que, supuestamente, orquestaron este golpe, para lo que contrataron a otras siete personas, cada una con su papel en el crimen. “Se les fue de las manos, solo querían pegarle para robar, pero acabaron matándolo”, explican fuentes policiales.

⚠️IMPORTANTE? ¿Sabes de qué comercio de la Comunidad de Madrid puede ser esta etiqueta? Esta información podría ser clave en la investigación de un delito grave. Si conoces algún comercio/s que la use, cuéntanoslo por mail en: madrid.colabora@policia.es Por favor, haz RT pic.twitter.com/f3AMb84LhN

Los investigadores han interrogado a más de 20 testigos, han revisado 500 horas de grabaciones de una decena de negocios y estaciones y han seguido a los sospechosos durante horas para poner fin al enigma del caso Pessulum, cerrojo en latín, conocido popularmente como el crimen de la etiqueta. La respuesta al otro gran misterio, por qué estaba cerrada la casa desde dentro, llegó con los resultados de la autopsia y las inspecciones de la escena del crimen: había sido él con el último suspiro de vida que le quedaba, el que se encerró. Poco después le dio un infarto como consecuencia de la tensión sufrida durante el ataque. Murió con el pánico de que regresaran a por él. Su último gesto en vida fue de protección.

Siete hombres y dos mujeres están ya en prisión por este crimen, en el que los investigadores aprecian sin duda planificación porque eligieron la hora y el día idóneos y además llevaron herramientas para inmovilizar a la víctima. Secuestro, robo con violencia y, finalmente, homicidio son los delitos por los que tendrán que responder ante la justicia. Dejaron demasiadas pistas en la casa que acabó hablando por Fredy.

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Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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